(por su calor secreto y su amargura)
como brotada de mi desventura,
como nacida de mi desaliento.
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Quizá desde un lejano sufrimiento,
desde los ojos de una estrella pura,
se abrió camino por la noche oscura
para llegar hasta mi sentimiento.
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Pero la siento mía, porque alumbra
mi corazón sin esa luz sin tasa
que sólo puede dar el propio fuego:
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Rayo del mismo sol que me deslumbra,
chispa del mismo incendio que me abrasa,
gota del mismo mar en que me anego.