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mercoledì 30 novembre 2011

Oda a la pobreza...(poema)

Cuando nací, pobreza,
me seguiste, me mirabas
a través de las tablas podridas
por el profundo invierno.
De pronto, eran tus ojos
los que miraban desde los agujeros.
Las goteras, de noche, repetían
tu nombre y tu apellido
o a veces el salto quebrado, el traje roto,
los zapatos abiertos, me advertían.
Allí estabas, acechándome
tus dientes de carcoma,
tus ojos de pantano,
tu lengua gris que corta
la ropa, la madera,
los huesos y la sangre,
allí estabas
buscándome, siguiéndome,
desde mi nacimiento
por las calles.
Cuando alquilé una pieza
pequeña, en los suburbios,
sentada en una silla
me esperabas,
o al descorrer las sábanas
en un hotel oscuro,
adolescente, no encontré la fragancia
de la rosa desnuda, sino el silbido frío
de tu boca.
Pobreza, me seguiste
por los cuarteles y los hospitales,
por la paz y la guerra.
Cuando enfermé tocaron
a la puerta: no era el doctor, entraba
otra vez la pobreza.
Te vi sacar mis muebles
a la calle: los hombres
los dejaban caer como pedradas.
Tú, con amor horrible,
de un montón de abandono
en medio de la calle y de la lluvia
ibas haciendo un trono desdentado
y mirando a los pobres recogías
mi último plato haciéndolo diadema.
Ahora, pobreza, yo te sigo.
Como fuiste implacable,
soy implacable.
Junto a cada pobre
me encontrarás cantando,
bajo cada sábana
de hospital imposible
encontrarás mi canto.
Te sigo, pobreza,
te vigilo, te acerco,
te disparo, te aislo,
te cerceno las uñas,
te rompo los dientes que te quedan.
Estoy en todas partes:
en el océano con los pescadores,
en la mina los hombres
al limpiarse la frente,
secarse el sudor negro,
encuentran mis poemas.
Yo salgo cada día con la obrera textil.
Tengo las manos blancas
de dar pan en las panaderías.
Donde vayas, pobreza,
mi canto está cantando,
mi vida está viviendo,
mi sangre está luchando.
Derrotaré tus pálidas banderas
en donde se levanten.
Otros poetas en antaño te llamaron
santa, veneraron tu capa,
se alimentaron de humo
y desaparecieron.
Yo te desafío,
con duros versos te golpeo el rostro,
te embarco y te destierro.
Yo con otros, con otros, muchos otros,
te vamos expulsando de la tierra a la luna
para que allí te quedes fría y encarcelada
mirando con un ojo, el pan y los racimos
que cubrirá la tierra de mañana…